lunes, 14 de mayo de 2007

Lugares de la memoria






¿Cuántos pasos hemos podido dar a lo largo de nuestra vida?, ¿miles, millones, billones?, y ¿cuántos lugares hemos podido visitar?, y sin embargo, todos y cada uno de ellos queda guardado en un rincón de la memoria. Y vamos almacenando recuerdos, situaciones vividas, personas que se cruzaron en nuestras vidas, momentos inolvidables en el que el lugar, el entorno, forma parte esencial de ellos.

Pero esos momentos pasan, el tiempo los arrastra consigo, y siguen quedando esos lugares, aunque más vacíos. Creo que al igual que ellos van quedando en nuestra memoria, nosotros inevitablemente formamos parte de su historia. Existe un intercambio inevitable. Pero las personas vamos y venimos y ellos permanecen en su sitio, inmóviles. Quizá esa volubilidad del ser humano sea el motivo por el cual damos tanta importancia a los lugares recorridos. Un día no estaremos en esta vida, pero aquellos lugares donde nos dimos el primer beso, donde conocimos a esa persona tan especial, donde nos encontramos a nosotros mismos disfrutando de nuestra soledad, donde asistimos a esa puesta de sol inolvidable, seguirán ahí, donde han estado siempre, y nosotros no estaremos pero parte de nuestra vida quedará impresa para siempre en este mundo.

Si buscamos en nuestra memoria tendremos miles y miles de acontecimientos vividos, de momentos únicos que no cambiaríamos por nada, y el recordarlos no significa que ya no existan, existen de otro modo, una vez que pasaron... ahí quedan. Cierto día paseando por la orilla del mar inmersa en mis pensamientos, comprendí que yo no estaba haciendo otra cosa, yo no estaba en otro sitio, aquel día yo estaba allí, en aquella orilla del mar, y aunque ya no esté en ella, de algún modo ella aún está en mí.

Aquellas huellas posiblemente se las llevase el mar, o el viento o la lluvia, pero siempre quedarán en la historia de aquellos lugares y aquellos lugares en nuestra memoria.

Considero que el encanto de la fotografía reside en esa capacidad de captar un instante de una vida, de hacer presente la ausencia de un momento, de un lugar, de una persona querida. Un recuerdo más para este baúl sin fondo que es la memoria. La memoria, algo tan mágico que es capaz de arrastrarnos años atrás cuando un estimulo la despierta, algo que actúa por cuenta propia aún sin pedírselo.

Quizá la vida nos parezca larga en algunos momentos, pero si pensamos en que hubo antes que nosotros y en que habrá después, este trayecto se nos queda pequeño. No somos nada si nos comparamos con la existencia de la vida. Somos como esa estrella fugaz que atraviesa el cielo en un segundo y cuando alzas la mirada para verla ya se ha apagado. Pero que no la hayamos visto no significa que no haya pasado, no significa que ese segundo no haya existido. Quizá por ello necesitemos pruebas de nuestra existencia, para que cuando no estemos, el mundo sepa que un día estuvimos.

Los pasos que damos nos van construyendo. Estamos hoy aquí porque los pasos que hemos dado a lo largo de nuestra vida nos han traído hasta este lugar, hasta este momento. ¿Qué seríamos sin nuestro pasado? ¿Quién sería yo sin haber vivido lo que he vivido? Si no hubiese conocido cada uno de los lugares que he habitado a lo largo de mi vida, si no me hubiese cruzado en mi camino con cada una de las personas que he conocido, si hubiese hecho una sola elección distinta a las elegidas ¿Dónde estaría?.

Un solo acontecimiento, un solo minuto, una sola elección puede cambiar toda nuestra vida.

Pero no sólo cabe pensar en el rastro que dejan nuestros propios pies, sino también en las marcas que la vida va dejando en nuestro cuerpo, huellas de algo que ocurrió en algún momento y en algún lugar.

Toda huella nos hace presente una ausencia, la ausencia de algo o de alguien. Aquellas ruinas abandonadas... son todo un misterio que me hacen preguntarme quién habría levantado esos edificios, quién habría vivido en ellos, o quién habría pasado todas las mañanas por delante, camino al trabajo o a su casa. Esos edificios habían formado parte de vidas, como para nosotros lo serán otros que no sabremos cómo quedarán dentro de cientos de años. Pero aquellas ruinas recordarán que una vez fueron algo más.

En conclusión, creo que todo, todo lo que hagamos en este mundo, o más bien, todo lo que es presente en él, de un modo u otro deja huella. Y esas huellas sólo son muestras de la relación existente entre lo que existe y el espacio-tiempo donde se desarrolla.

En este trabajo he querido mostrar mis propios pasos, que no serán otros sino esos. Que no serán en otro momento sino en el realizado, que serán irrepetibles y únicos porque sólo corresponderán a un momento de mi vida.

Beatriz Montiel Tapia



1 comentario:

Pirgam dijo...

Saludos desde mi cueva de estudio. Mis saludos y bienvenida, porque seguro ke por aki es mas facil saber los unos de los otros, jejejeç
Un abrazote.